4 hábitos para iniciar la construcción de un patrimonio
Todos tenemos malos hábitos… especialmente cuando se trata de dinero. Yo los he visto en mí mismo, en mi familia y mis amigos y probablemente también tú los tengas.
Si bien los malos hábitos financieros pueden no llevarte a la ruina, sin duda hacen de tu salud financiera algo mucho más retador e incierto de lo que puede ser.
Por ello si quieres hacer crecer tu dinero en los años por venir debes empezar a practicar estos cuatro hábitos:
1. Construye una relación favorable con el dinero.
La sociedad nos ha creado una falsa concepción del dinero, en consecuencia, la mayoría de nosotros, en el mejor de los casos, vemos al dinero como si fuera una jugosa hamburguesa cuando estamos a dieta, es decir algo prohibido pero delicioso y tan atrayente (en un sentido de siéntete mal contigo mismo si te la comes).
Nos han hecho creer que el dinero es algo sucio, como si fuera algo malo tenerlo pues nos han inculcado que sentir aprecio por el dinero o las cosas que puedes adquirir con él es sinónimo de egoísmo, ambición y avaricia. De hecho es muy común una cita que dice “el dinero es la raíz de todos los males”. Con esa programación externa es difícil que no asociemos al dinero como algo
Si algo de esto te suena familiar, te tengo malas noticias, probablemente nunca serás rico. Si sientes algún grado de aversión por el dinero, probablemente es porque nunca te ha sobrado. Si piensas que tener dinero y ser rico tiene algo de malo, inconscientemente programas tu cerebro con la idea de que no lo deseas y esa voz interna siempre va a ser un obstáculo para amasar riqueza.
Si piensas de esa forma respecto al dinero, está bien, mientras estés consiente de que nunca tendrás mucho dinero
No obstante si te gusta el dinero, el primer paso es asegurarte que tu cerebro no conspira contra ti. Necesitas hacer un análisis concienzudo sobre tu verdadera actitud con respecto al dinero. Si es de aceptación, aférrate a esa idea, de otra manera necesitas hacer borrón y cuenta nueva y mentalizarte a que el dinero es bueno.
2. Reconoce que el dinero no es un fin en sí mismo
El dinero no es más que una convención que te permite intercambiar bienes y servicios, por tanto es intrínsecamente neutro, y de hecho, si quieres cambiar tu actitud acerca del dinero déjame comentarte una cita de Arnold Patten “el único propósito del dinero es expresar agradecimiento”, si la analizas te darás cuenta que al pagar tu hipotéca, o tu auto, o la luz, o el teléfono, o tu servicio de internet, de alguna manera estás expresando agradecimiento por tener un techo, algo en que moverte o una forma de comunicarte, o de poder consumir algún bien o recibir algún servicio, no obstante, el pensar que el dinero es una forma de agradecer por todo lo que tienes acceso a través de él inmediatamente hace que tu subconsciente deje de asociarlo con algo intrínsecamente negativo.
El saldo de tu cuenta de banco o de tu casa de bolsa no te define. Lo más saludable y productivo es reorientar tu pensamiento a que el dinero es el medio para alcanzar un fin.
¿Qué fin? El fin se llama libertad para elegir entre innumerables opciones, si tienes dinero se abre un abanico de posibilidades para ti, por tanto es conveniente en pensar en todo lo que puedes disfrutar cuando lo tienes y lo que puedes hacer con tu tiempo cuando no estás persiguiendo la chuleta.
La falta de dinero reduce dramáticamente tus opciones. Cuando estás batallando para lograr cosas tu menú de opciones se ve limitado porque tu estás enfocado en pagar la renta o la mensualidad del coche o en llegar a fin de mes, esa sensación de carencia o de escasez provoca una animadversión hacia el dinero y ciertamente en esas condiciones no puedes elegir hacer otra cosa pues la falta de dinero te restringe.
El cambiar de mentalidad y agradecer por lo que el dinero te permite disfrutar (un techo dónde dormir, un alimento qué comer, ir a ver una película, etcétera) y te hace pensar y enfocarte en más cosas por las que puedes estar agradecido. Paulatinamente tu subconsciente empezará a asociar al dinero como algo positivo y te facilitará enormemente atraerlo a tu vida.
3. Diversifica tus activos personales.
La idea detrás de la diversificación es muy simple. Si pones todos los huevos en la misma canasta estás expuesto a grandes pérdidas o incluso a un colapso financiero. Sin embargo, si diversificas el riesgo dividiendo tu patrimonio entre diferentes activos, si eventualmente alguno tiene problemas, los otros activos te pueden ayudar a compensar tus pérdidas.
Cuando hablo de diversificación, no solo me refiero a tener diferentes activos, el concepto es mucho más amplio cuando consideramos tus activos personales, ¿están diversificados?
Es necesario diferenciar entre valor neto y activos personales. El valor neto surge de sumar todo lo que posees (liquido, en el banco, en acciones, en joyas o arte, el valor de tu casa y tu auto, etc.)y restarle todo lo que debes (hipotecas, tarjetas, mensualidades del coche, impuestos, etc.). Tus activos personales no solo abarcan tus activos físicos o financieros, también incluyen tu salud, tu experiencia profesional y lo que puede representar de ingresos potenciales. Esto es que tus activos personales miden la manera en que tu puedes construir tu patrimonio en el futuro.
Para diversificar tus activos personales debes pensar acerca de donde provendrán tus ingresos en el futuro, donde estarás viviendo y como generarás una reserva financiera en los próximos años. Considera de donde provienen hoy tus ingresos, qué otra forma de ingresos tienes, dónde esta tu network profesional y que tan sólida es esta red, que tan flexibles son tus habilidades, cuántos idiomas dominas y debes considerar si estarías dispuesto a trabajar en otro país.
Si careces de algunos de estos elementos debes empezar a desarrollarlos inmediatamente y puedes dejar de invertir en activos físicos o financieros pero lo que nunca debes hacer es dejar de invertir todos los días en ti.
4. Invierte en bienes raíces.
Existe un principio que reza: “todas las actividades humanas requieren de tierra. Desde el hotel donde pasaste tus últimas vacaciones, los aeropuertos o centrales de camión o tren que tomaste para llegar ahí. Ciertamente todos los negocios requieren de un espacio físico, ya sea el garaje de la casa (como empezó apple) hasta las grandes empresas manufactureras o los emporios financieros.
De ahí deriva la importancia de los bines raíces. Con base en esto uno pensaría que las empresas inmobiliarias serían muy importantes en los mercados de valores, pero la verdad es que a nivel mundial su valor de capitalización es risible si se compare con otros sectores como el de tecnología, energía, comercios o bancos.
Ser propietario de tu casa no te convierte en inversionista en bienes raíces y cualquiera que sea la idea de tu patrimonio y cómo debe diversificarse, en su constitución debe haber bienes raíces. Poseer un departamento, una casa o un local comercial distinto a tu vivienda se convierte en una fuente de ingresos adicional a tu trabajo. Invertir en una o más propiedades es literalmente poner a tu dinero a que trabaje para ti, ya que el producto de las rentas puede ser una fuente más constante que el empleo y, en el último de los casos es un recurso que puedes hacer líquido (venderlo) en un plazo relativamente corto, de unos cuantos meses y normalmente con una plusvalía, lo que los hace una inversión muy atractiva pues no solo genera flujo (rentas) sino que normalmente aumenta de valor en el tiempo.
Si bien existen muchos más hábitos que puedes desarrollar para generar un patrimonio sólido y abundante, empezar con estos cuatro hábitos: a) una actitud positiva hacia el dinero y la riqueza; b) considerar al dinero como un medio para ampliar tus opciones; c) diversificar tus activos físicos, financieros y sobre todo personales; y, 4) considerar la posibilidad de adquirir un bien raíz diferente a tu casa habitación; es un buen punto de inicio. De hecho si no desarrollas el primero, ni los tres restantes ni todos los que puedas conocer te van a servir de nada.